miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL ECO DE MORENTE EN ALCALÁ

Él, a pesar de sus geniales aportaciones al Flamenco contemporáneo, descreía de la posteridad, a la que consideraba una dama casquivana que conquista las voluntades de quienes no la merecen. Lo que no sabía Enrique es que la posteridad se iba a enriquecer con el preciado botín de su “eco” cuando él muriera. Así ha sido. Enrique Morente es ya un finado que pertenece a la posteridad por mor de su propio eco, bronco y  voluptuoso como los vientos de levante. Tan es así, que “el eco” de Morente, desde ayer mismo, ya       se ha desparramado hasta la eternidad por todas las geografías jondas que frecuentó. Alcalá es una de ellas.

Enrique y yo nos conocimos, allá, por los setenta. De aquella, yo era un joven periodista de RNE que componía versos y él un cantaor incipiente que ya había revolucionado los    viejos usos del cante poniendo música a Miguel Hernández (Enrique ha muerto en el centenario de Miguel)  y a san Juan de la Cruz, tan próximo a él en ciertas interpretaciones místicas del mundo. Lo cierto, es que los dos nos sobreentendimos a través de pasiones comunes y aquella comunión derivó en amistad y respeto recíprocos.  Morente acabó poniendo música a algunas de mis coplas y yo me convertí en un partidario suyo que se batía el cobre con los flamencólogos que aún no habían asimilado las  innovaciones magistrales del cantaor. Las plazas recoletas y las calles nocturnales de Alcalá son testigos de lo que digo, porque Enrique y yo solíamos acercarnos hasta aquí para visitar a algunos amigos (a ellos la posteridad les dio esquinazo) y emborracharnos a modo entre conversaciones delirantes que harían las delicias de cualquier memorialista de salón.

Recuerdo, por ejemplo, una noche invernal, discutiendo algunos parroquianos del exilio en “El Rincón” entre copa y copa, mientras Enrique se cercioraba de que aquella silueta majestuosa asomada a la barra del bar era “La Magistral”. Cuando lo hizo, decidió cantar. Salió a la calle y a la sombra misma del campanario se templó por unos cantes de fragua que nos helaron el corazón a la escasa y selecta concurrencia de nocherniegos que allí estábamos. Todavía, cuando paseo al abrigo de nuestra catedral, alcanzo a oír aquellos lamentos siderales que ya se han inmortalizado entre los andurriales pétreos de la vieja ciudad. No saldrán de aquí, pero tampoco desaparecerán. Es el “eco” de Morente en Alcalá.

PEDRO ATIENZA

Artículo tomado de "Diario de Alcalá, 15 de diciembre del 2010.

martes, 7 de diciembre de 2010

NANA GITANA PARA DORMIR A MATÍAS



Ea la ea, ea la ea,
Los gitanos te mecen,
Son tu marea.
Te cantan los gitanos
Quedo y bajito
Y tú te vas durmiendo
Muy despacito.
Una nana Matías
A ti te cantan
Para alegrar los sueños
De tus infancias.
Tanto te quieren
 Que el mundo hacen pequeño
Con sus quereres.
Duerme ya Matiitas,
Te están velando,
Los gitanos de España
 Te están cantando.
Ea la ea, ea la ea,
Los gitanos te mecen,
Son tu marea.

PEDRO ATIENZA