martes, 8 de febrero de 2011

"El Chimborazo, montaña sagrada del Ecuador"

Conferencia de Marco cruz, andinista ecuatoriano.  En la Sala de Conferencias 
Internaciones, ubicada en el primer piso del edificio del Rectorado de la Universidad 
de Alcalá de Henares. Jueves 10 de febrero 7:30 pm.

MARCO CRUZ, ÁNGEL GUARDIÁN DEL CHIMBORAZO

Nos conocimos en Riobamba, a 3.100 metros de altitud,en las laderas del Chimborazo, más allá de las nubes, y nos hicimos amigos de inmediato. Algunos días después me subió a su “campamento base”, a casi 5.000 m., tan cerquita del cielo que yo me axfisiaba, más que por la falta de oxígeno, a causa de la posibilidad inminente de ver a Dios con mis propios ojos. Desde aquellos páramos solitarios el concepto de “estar en las nubes” cobró una nueva dimensión para mí. Así se lo hice saber a Marco, que con una sonrisa acogedora y nostálgica me dijo que lo realmente difícil y anacrónico no era ascenderlas sino bajar de ellas, luego de haberlas montado como lo hacen los jinetes de la divinidad.Y es que Marco Cruz es un heraldo de los dioses, el mensajero de las alturas que nos trae noticias puntuales de las utopías celestes, el ángel guardián de un volcán que atesora en sus entrañas el fuego milenario que todavía nos deslumbra y nos sobrecoge a la vez.

Ahora Marco Cruz está en Alcalá. Ha bajado casi hasta el nivel del mar para contarnos a pie de obra las andanzas de los seres siderales con los que convive habitualmente. De seguro que nos contará las aventuras de Baltasar Husca, el último hombre que saca el hielo fosilizado del Chimborazo con sus propias manos para venderlo más tarde en el mercado de Riobamba. Es posible que también nos enseñe el sexo del volcán y dé cuenta de sus acometidas lascivas para conquistar la voluntad del Tungurahua, su “novia” intocada y eterna. Tampoco me extrañaría que nos muestre, fotografiados, los atardeceres ultraterrenos de aquellas soledades altas, donde yo lloré ahito de belleza y de “pájaro azul”, el brioso licor con que se emborrachan los indígenas para echarse una parrafada con la “pacha mama”.

Marco Cruz está ahora en Alcalá. Trae consigo su sonrisa de siempre, limpia y legendaria. Ha bajado hasta aquí para besar a su parentela y recordarnos que en las alturas ecuatorianas habitan personajes que jamás hemos visto, pero que existen más acá de nosotros mismos. Marco Cruz es un hombre de las nieves que todavía no ha perdido el don de comunicarse con los mortales.


PEDRO ATIENZA

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