lunes, 30 de agosto de 2010

SONETO A MI GENERACIÓN

Atienza, Pedro; García, Olga: Así dimos el cante. La memoria sonora de Alcalá (1965-1978), Edición Foro del Henares, Alcalá de Henares, 2002.
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SONETO A MI GENERACIÓN
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Pasaron los sesenta y los setenta,
la memoria susurra su sonido.
Dímelo tu ¿se han ido o no se han ido?,
años que Dios ya se ha cobrado a cuenta.
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Pasaron los sesenta y los setenta,
pero su evocación no se ha perdido.
Es un raf de guitarra estremecido
y el eco de una voz airada y lenta.
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Señores de tu osada juventud,
te acechan en la Plaza de Cervantes
como un turbión en franca plenitud.
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¿Ahora es el ahora o es el antes?
En Alcalá se han hecho senectud,
viejos años dorados y rampantes.
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Pedro Atienza

miércoles, 25 de agosto de 2010


SONETO DEL CRISTO QUE NUEVO MUERE.

La sed, la cuz, el llanto y el Calvario,

el paso impar, la primera caída,

la traición, el oprobio, la subida,

los clavos, dos ladrones y el sudario.

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El fuego abrasador del sol diario

y la dulce mirada ensombrecida,

el fulgor del lanzazo regicida

y un negro viernes en el calendario.

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Todos los años, Dios, mueres de nuevo

y resucitas trino y misterioso

para salvar al hombre de su abismo.

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¿Si es que eres del mundo su renuevo

y su sumo hacedor majestuoso

por qué vives en mí y no en tí mismo?

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Pedro Atienza

(Tomado del cd del recital de poesía religiosa y órgano : "Óyeme con los ojos", Voces: Natalia Menéndez y Pedro Atienza, Órganista: Presentación Ríos. Grabado en directo en la Catedral de Alcalá de Henares, el 25 de febrero del 2006.

jueves, 19 de agosto de 2010

"YO SOY QUIEN SOY"


A Sebas Díaz en Gringo Viejo


Tan sólo soy una voz extranjera,

el eco bárbaro de mi memoria,

el gutural murmullo de una historia:

la mía... fugitiva, pasajera.


Soy el vestigio oral de mi pasado.

Soy la oquedad por donde el tiempo escapa.

Yo mismo , arrumbado y falaz mapa,

soy el mortal sudario de un finado.


Quiero decir y ya no digo nada.

Mi queja es tan antigua y soterrada,

que, muda, habita en el silencio, esquiva.


Soy el autor de mi propio desastre,

atado de por vida al mismo lastre.

"Yo soy quién soy": la muerte rediviva.


Atienza, Pedro: Sonetos de las voces póstumas, tirada limitada de cien ejemplares.

miércoles, 18 de agosto de 2010

LOS VERSOS NAVEGABLES -GÓNGORA, LOPE Y QUEVEDO JONDOS-

Los tres convirtieron el dolor en un acto libérrimo de creación, los tres fueron íntimos enemigos entre sí y los tres son ya la referencia indeludible de la más alta poesía compuesta en castellano que ha fluído hacia nosotros en el cauce de un río sonoro a través de sus Versos Navegables.

Barrocos y jondos. Sí. Góngora, Lope y Quevedo, inamovible triunvirato eufónico de la lengua que nos lleva, fueron quienes pusieron en solfa nuestro idioma para modernizarlo a través de las estructuras métricas que nos llegaban de fuera y para recuperar una tradición poética que hace posible el Flamenco actual.

Los tres, aún sin saber que el flamenco existiría contribuyeron a que la poesía y el cante jondo nacieran a la vez mecidos por las idas y vueltas de sus propias palabras y de otros sonidos árabes y judíos que también les pertenecían a ellos.

Los Versos Navegables son una parte de los poemas alzados de los tres, -Góngora, Lope y Quevedo- , que todavía van crecidos hasta desembocar en el mar de nuestro idioma, que como el Flamenco es música pura e incontaminada.

Pedro Atienza. Adaptación del espectáculo "Versos Navegables", estrenado en el festival de Teatro de Almagro, año 2010.

lunes, 16 de agosto de 2010

LOS RUMBOS DEL FLAMENCO

En cierta ocasión, al acreditado cantaor Aurelio Selles le pidieron su opinión sobre la primera actuación del Orfeón Donostiarra en el teatro Falla de Cádiz. Selles, cauto y sardónico, contestó que le había gustado mucho la coral norteña, aunque no comprendía por qué eran tantos para cantar lo mismo. En esa certera aseveración se esconde uno de los secretos del "cante jondo": el flamenco no es igual a sí mismo, tanto ees así que ya en aire su escritura musical no cabe en un pentagrama. Acaso por eso, en cada jipío gitano, quepan todas las penas del mundo que, singularizadas y plurales a la vez, en la voz inmarcesible de sus protagonistas lo convierten en una de las músicas más estremecedoramente bellas de cuantas existen. Pero además de una estética sonora, el flamenco es también una ética incontaminada, una forma de vida en la que muchos gitanos y pocos payos de la baja Andalucía - Sevilla, Cádiz, Jerez y Los Puertos- han legado sus experiencias para hacerla creer incierta, vulenerada y desasosegada, en las soledades gañanías del algodón, en las oscuras fraguas de arrabal o en los bulliciosos tabancos donde todavía se consume vino pirriaque al compás vertiginosos de la soleá o la siguiriya.
Al respecto, tía Anica La Periñaca, cantaora nonagenaria de culto, confesaba que cuando cantaba a gusto le sabía la boca a sangre; y Manolito de María, viejo cantaor gitano, inquilino de covachas arrumbadas, se enorgullecía de cantar más puro cuando se acordaba de lo que había vivido. Incluso en la actualidad, el gran Rancapino, aludiendo al ssabio analfabetismo que tuteló a sus mayores, dice que el cante veraz se escribe con faltas de ortografía. Y es que el flamenco resulta ser una complejísima suma de sonidos negros y acompasados que publican la naturaleza, casi siempre oprobiosa, de un pueblo broncíneo y musical que convirtió su propio pasado en un grito alzado y ecuménico; puesto que solo lo esencial merce hacerse universal, como lo indicaba Jean Cocteau después de oír cantar a Manuel Torre, cantaor de la edad de oro del cante, y por ende, gallero e inveterado coleccionista de relojes, que dejó dicho este misterioso aserto: "Los cantes viven el el tronco negro de un faraón", quizás invocando al origen principesco que los gitanos se arrogan.
El flamenco auroral, genial trasunto de romanceros españoles, armonías árabes y cantos sinagogales, recogido en sus inicios en forma de cancionero por Demófilo, padre de los poetas Antonio y Manuel Machado, es el empeño sonoro de transmitir discretamente la intrahistoria de los desheredados de aquellas legendarias lejanías hiapanas, en muchos casos gitanos también. Así se fueron forjando los variadísimos cantes- palos- de su árbol genealógico alos largo de más de doscientos años, heraldos musicales de cuatro culturas en una. Lo cierto es que gitanos, cristianos, moros y judíos, en una lujuriosa vorágine mestiza, hicieros concebir aún sin saberlo a un hijo único que ya se ha convertido en patrimonio de la humanidad. Tano es así que el mismísimo Miles Davis, tras un concierto en Madrid, piropeó emocionado los compases sincopados de las bulerías, mientras que Mike Jagger, Bono o Ray Charles se rendían ante la hondura cantaora de Camarón de la Isla y Vicente Soto Sordera.
En estos tiempos globales que nos llevan, el flamenco florece por generación espontánea por todos los auditorios del mundo, convertido ya en la bandera sonora de España. Si tal, pero no hemos de olvidar que esos sonidos negros, desde su nacimiento, se fraguaron en el dolor - también en la alegría- de "los perdedores", sagrados difusores de su propia ignominia. Hasta hace pocos años, el cante, el baile y el toque - el flamenco también es un misterio trino- era, en palabras del Sordera, un postre para los señoritos metidos en farra. Quizás ya no sea así, pero el cante sigue siendo un tueno que atesora en sus entrañas la rabia secreta de quienes lo hicieron posible, voceadores alzados contra la historia oficial de su país. Gracias a sus propia naturaleza, el flamenco todavía habita en las casapuertas de las gitanerías andaluzas, en los penúltimos tugurios de las noches urbanitas y, sobre todo, en los corazones de los que siguen empeñados en cantar la grandeza humana de sus miserias, a través de los melismas que les trascienden. Y es que el flamenco, además de distinto, es público y privado, fronterizo y mundial, singular y plural en sí mismo: una forma de vida que va más allá de sus voz, una filosofía de barra de bar, orgullosa y disciplente, que puede resumirse en una anécdota.
Paseaban El Beni de Cádiz y El Cojo Peroche, el uno cantaor mayor, menos el otro, por una calleja de Cádiz, cuando se dieron de bruces con una lápida que conmemoraba el nacimiento de un célebre escritor: "En esta casa nació el egregio polígrafo D. José María Pemán", rezaba la leyenda. El Beni, después de leerla en alta voz, se volvió hacia El Cojo Peroche -deshecho de virtudes patrias, puesto que era gitano, analfabeto, gangoso, homosexual y, obviamente, cojo - e intrigado le preguntó:
- Cojo, ¿qué leyenda inscribirán en mi casa cuando yo muera?
A lo que El Cojo, más lapidario que él mismo, le respondío:
- ¿Qué han de poner, Beni, qué han de poner?, pues que se vende, ¡joder!.

Pedro Atienza. Artículo publicado en la Revista Diners de Ecuador, número 343, abril del 2009.

viernes, 13 de agosto de 2010

LA LÍNEA DEL ECUADOR


RECONQUISTA


Ser español ajeno a la conquista

Para siglos después ser conquistado.

Así me veo ahora. Ese es mi estado.

Y al amor ya lo llamo reconquista.


Fue de mañana y a primera vista.

En Alcalá el verano era sellado

Y en un momento azul ya me fue dado

Sentir la mordedura belicista.


El amor y la guerra a buen seguro

Firmaron para siempre un armisticio.

Quien lo vivió lo sabe, os lo aseguro.


Lo cierto es que ahora vivo en el inicio

De una pasión andina que yo apuro

Mientras en la distancia me desquicio.



Atienza, Pedro: La línea del Ecuador, Ediciones Mingaseda, Alcalá de Henares, 2008, pág. 19.

jueves, 5 de agosto de 2010

DE TOROS Y FÚTBOL

Para Fede Volpini, a quién ni le gustan los toros, ni le gusta el fútbol.


JUGAR TEMPLANDO



Jugar al toro, dicen, ya no existe.
Ahora se juega al fútbol en España;
pero en cada balón, con mucha maña,
un burel bravo y largo nos embiste.

Siempre vemos al toro que resiste
a un alma numeraria, que en su saña,
lo cita, lo torea, hasta lo engaña,
en un baile coral que nos subsiste.

Ahora se juega al fútbol, pero un toro
se agota y se revienta en cada lance,
por eso cada pase se hace de oro.

Villa tras la pelota, es el avance
que lancea al destino, ¡eh, toro, toro!
y sólo un español sabe su alcance.

Pedro Atienza

miércoles, 4 de agosto de 2010


AMOR EN FUGA
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Si por ti me preguntan sé quien eres
y no lo sé si colmas mi mirada.
Yo soy la herida abierta y tú la espada
acoplados a muerte en sus quereres.
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Ciego de ti o muerto si prefieres
en tu ausencia mi vida está enterrada.
Me acompañas huida, devastada,
y amarte ya es perderte, así lo quieres.
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Viviendo sin vivir me vas matando,
amor en fuga de un abril lejano.
Eres la pena negra de mi suerte,
que estando sin estar huye volando,
pájaro azul que escapa de mi mano,
¿si así la vida para qué la muerte?
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Atienza, Pedro: Cuaderno de las voces póstumas, Ed. Jacinta y Fortunata, España, 2005, pág. 11.

DIBUJO A PLUMILLA DE LA CALLE ESTEBAN AZAÑA
-
Una calleja corta y empedrada
-vena venial de Plaza de Palacio-
devuelve la memoria del espacio
de otra Alcalá que yace sepultada.
-
Por Quevedo y por Lope frecuentada,
ahora la cruza un pero, que reacio
al rumor vecinal, mea despacio
contra una verja yerta y oxidada.
-
Un jazmín y un laurel son los testigos;
y un fantasma embozado, que invisible
tose, escupe y bosteza con tal saña
-
que parece cargarse los catigos
que en el destino, cruel e imprevisible,
legó a los de su estirpe, Los Azaña.


Atienza, Pedro: Siempre por los rincones de Alcalá, Ediciones Mingaseda, Alcalá de Henares, 2002.

martes, 3 de agosto de 2010

MÁS ALLÁ DE ALLACA

PRÓLOGO

Prepárese el lector a leer algo extraño ¿De verdad extraño? No; no es extraño. Simplemente la vida de una ciudad a la que la vida se le ha quedado dentro, como reencarnada en un largo propósito de no ir a lugar alguno más que hacia si misma. Es lo que tienen las ciudades viejas y con Universidad, (¿cómo puede haber una ciudad vieja sin Universidad?) que se mueven siempre hacia los adentros, hacia los recovecos del alma inextinguible, para encontral el Grial, que es un deseo de no saber otra cosa que lo permanente. ¿Es extraño, pues, lo que va a leer el lector? No; decididamente no es extraño, pero cuesta encontrarlo. Hay que cerrar bien el ojo para que se vea sin distraerse en lo adjetivo y mostrenco. Para ver bién hay que cerrar mucho los ojos...


Atienza, Pedro: Más allá de Allaca, 200 ejemplares, 1996. Ilustrado por Ángel Humanes. ( Prólogo a cargo de Antonio Álvarez Solís).

CLAVES JONDAS


No me lleveis preso,
que preso ya estoy.
En el cuerpecito donde me consumo
condena me doy.
****
Si me veis llorando,
dejadme llorar,
que en las lagrimitas que voy derramando
me quiero ahogar.

Atienza, Pedro: Claves Jondas, Edición personal, Colectivo Actividad, Madrid, 2000.

domingo, 1 de agosto de 2010

FESTIVAL DE LA PALABRA DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ

Lectura de poemas Pedro Atienza y Francisco Peña, Corral de Comedias de Alcalá de Henares, 30 de abril del 2008.

FRAGMENTOS Y EVOCACIONES


SUMA Y RESTA

Me suman, pese a todo
las ansias de ser hombre.
Pese a todas las trampas de los hombre
me vienen unos largos deseos
de delirar y sentirme más locos que los locos,
de crear más fecundo que nadie
un constante torrente de demencia
que sustituya tanta ley salomónica.

Me resta, pese a todo,
una atonía general
que desciende del sabio inoportuno,
que pasa por todos los tutores del mundo
y recala, inevitablemente,
en tanta caridad y en tanta forma.

Me resta , pese a todo,
una atonía general
que desciende, fluctúa y se acentúa
para crear al miserable.

Atienza, Pedro: Fragmentos y Evocaciones, Ed. El Reino, Torrejón de Ardoz, 1979 , pág. 63. (Prólogo de Luis Antonio de Villena)

El SOLITARIO INTERROGADO


EL SOLITARIO INTERROGADO

¿El amor?
Lo que, a menudo olvido en burdeles baratos
y en mesillas de noche perfumadas y ajenas.
¿Amistad?
Mi consuelo de escéptico.
El arte de deber a muy pocas personas.
¿Dolor?
Lo que me sobra, y os dono como herencia.
¿Placer?
El controlado incendio de uno mismo.
¿Vida?
La que me falta para reconocer
el preciso instante en que he de quitármela.
¿Muerte?
Siempre la vuestra.


Atienza, Pedro: Decir del solitario, Ed. Libertarias, Madrid, 1986, pág. 11.

RECITAL POÉTICO

Lectura del libro "Fragmentos y Evocaciones", Madrid, 1979.